Teutones, nombre que se recoge en la Edad Media designando a los habitantes de un territorio europeo que actualmente forma parte de la Alemania, y que entonces no hablaban latín. Originalmente habitaban la cuenca del Elba, mientras que los cimbrios la Jutlandia.
Al este del Rin, los teutones han siempre acusado un origen celta, más precisamente galo, desde el nombre de sus jefes hasta el del mismo pueblo, ya que en lengua gala teuta significaba tribu y ona agua, por lo que sería la tribu de las aguas (el río Elba en este caso). Su idiosincracia belicosa y la amistad con tribus galas como los eburones (éstos les ceden un depósito para sus equipajes en la ciudad de Aduat cuando invaden la Galia Melenuna o central) y helvetas (quienes se unen a ellos con frecuencia) les hace fácilmente reconocibles como parte integrante del conjunto de pueblos que formaban la Galia Bélgica, con la mayoría de los cuales tenían tratados de amistad.
Serán los cronistas e historiadores latinos quienes les confundirán con pueblos sajones, en particular germanos, al aceptar la división caprichosa que Roma hace de la región, determinando que al este del Rin es país germano, y al oeste país galo. Luego han incurrido durante dos milenios en este error todos los historiadores que se han basado en esos escritos, lo cual está arqueológicamente desmentido desde hace varias décadas.
A partir del año 113 a. C., los teutones y los cimbrios se unen para emigrar hacia la Península Ibérica, supuestamente debido a razones demográficas, y sabiendo que las Galias estaban ya superpobladas. Es así que al tomar la dirección de la Narbonesa (la provincia romana que hoy es el sur de Francia hasta los Pirineos), los romanos deciden detenerles temiendo que se instalen allí. Este corte del paso hacia la Hispania va a terminar suponiendo una invasión de territorios galos, que son realmente asolados por sus razzias buscando reabastecimiento, lo que va a durar unos 12 años. Hasta que Roma puede al fin detenerlos y hacerles tomar la decisión de regresar, habida cuenta de la redución de su número, debido a las cuantiosas pérdidas en combates.
A su vuelta, reencuentran a sus parientes en la cuenca del Elba, decidiendo muchos instalarse en el pago de los cimbrios, la actual Jutlandia, donde con los años terminarán predominando.
Al este del Rin, los teutones han siempre acusado un origen celta, más precisamente galo, desde el nombre de sus jefes hasta el del mismo pueblo, ya que en lengua gala teuta significaba tribu y ona agua, por lo que sería la tribu de las aguas (el río Elba en este caso). Su idiosincracia belicosa y la amistad con tribus galas como los eburones (éstos les ceden un depósito para sus equipajes en la ciudad de Aduat cuando invaden la Galia Melenuna o central) y helvetas (quienes se unen a ellos con frecuencia) les hace fácilmente reconocibles como parte integrante del conjunto de pueblos que formaban la Galia Bélgica, con la mayoría de los cuales tenían tratados de amistad.
Serán los cronistas e historiadores latinos quienes les confundirán con pueblos sajones, en particular germanos, al aceptar la división caprichosa que Roma hace de la región, determinando que al este del Rin es país germano, y al oeste país galo. Luego han incurrido durante dos milenios en este error todos los historiadores que se han basado en esos escritos, lo cual está arqueológicamente desmentido desde hace varias décadas.
A partir del año 113 a. C., los teutones y los cimbrios se unen para emigrar hacia la Península Ibérica, supuestamente debido a razones demográficas, y sabiendo que las Galias estaban ya superpobladas. Es así que al tomar la dirección de la Narbonesa (la provincia romana que hoy es el sur de Francia hasta los Pirineos), los romanos deciden detenerles temiendo que se instalen allí. Este corte del paso hacia la Hispania va a terminar suponiendo una invasión de territorios galos, que son realmente asolados por sus razzias buscando reabastecimiento, lo que va a durar unos 12 años. Hasta que Roma puede al fin detenerlos y hacerles tomar la decisión de regresar, habida cuenta de la redución de su número, debido a las cuantiosas pérdidas en combates.
A su vuelta, reencuentran a sus parientes en la cuenca del Elba, decidiendo muchos instalarse en el pago de los cimbrios, la actual Jutlandia, donde con los años terminarán predominando.
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